Si desde hoy pudiera ser Dios
en virtud de un pacto imaginado
ordenaría las cosas de tal manera
que no se diferenciaría en nada
al orden que la evolución les ha dado.
Solo por tradición divina todo tal cual está
así lo dejaría;
A los ricos, verbigracia,
les conservaría su riqueza
y a los pobres,
claro esta,
su secular pobreza.
Al ignorante su ignorancia
y al sabio sus saberes,
al estadista no le quitaría
su poder
ni al elector común
su incondicional sumisión
a la ley de otros.
Si fuera Dios
los valores
tal cual son, han sido y serán
no cambiarían.
El santo seguiría con
su honor de pulcritud intacto
y sus defectos humanos
perdonados y olvidados.
Al bueno y al malo
por su bondad y maldad
se juzgarían.
Lo justo y su contrario
lo amado y lo aborrecido
lo bello y su opuesto, lo horroroso y feo,
tendrían el mismo estatus
Nada por voluntad mía
cambiaría si Dios
pudiera ser
en virtud de este pacto imaginado.
Ni con el sufrimiento
natural del sufrido
ni con el connatural placer
del que goza
como Dios
me metería.
Mi justicia divina
de la justicia humana
como hasta hoy
se diferenciaría,
la mía juzgaría
los actos de conciencia
de creer con el corazón
en este su único Dios.
Allá los hombres con sus jueces,
pleitos, líos y sus propios intereses¡
Pero de poder ser hombre consciente
y plenamente responsable,
es decir,
verdadero ser
racional, emocional y humano,
todo lo contrario
a lo que pensé hacer
(mejor dicho, no hacer)
siendo Dios
lo realizaría a diario.