Un grito en la playa corre de ola a ola.
! Malditas, malditas personas!
Desde un teléfono móvil,
el único hombre que existe en una playa,
filma en pleno verano una elipsis en el tiempo que lanza al espacio.
“Escucho el viento y el mar,
unidos sonando,
como una cuerda de guitarra,
vibrando dentro de una caracola.
siempre imagine que el mar era así sin gente.
Mis ojos se llenan de un desierto azul hasta el zenit del horizonte.
Soy el último testigo de esta barrera espiritual del paisaje y su frágil armonía.
Sé que este instante se perderá para siempre,
A ritmo estruendoso de la barbarie del turista.
Nos ahogamos en la pleamar del ocio de las masas.
Con su confort asesinan nuestra solitaria nobleza.
Perdermos para siempre estos momentos.
Desaparecerá lo que fuimos,
como huellas en la arena”
la filmación se detiene. El único hombre que existe en la playa, da unos pasos metiéndose en el agua y cae de rodillas llorando frente a unas rocas que rompen las olas y le cubren hasta la cintura. Pasa sobre su cabeza, saludando con las alas, una avioneta con publicidad para visitar marinadoor. Con el puño en alto, abrazado a la roca, grita:
Malditos, malditos, acabaréis con el planeta!
Angelillo de Uixó.