Un gato místico apareció en mis sueños
poseía cuerpo alargado, de franjas terribles
y ojos hundidos en la espesura de su misterio
violetas, azules, verdes y amarillos.
Terraformas tomaba mientras movía sus orejas,
captando sonidos más allá de mi entendimiento
y yo, humano perdido en el tiempo,
no me atreví mover, detrás las rejas.
La celda, prisión mortuoria de seda
mantenía mis sentimientos a flote
miraba por encima de mis cejas
hecho añicos a lo lejos, mi tosco bote.
Ante su vista, sollozaba inconsolablemente
había perdido todo lo conocido,
mi familia, mi raza y mis amigos
y el futuro escapaba de la mente.
“Miau” dijo el gato, obligándome a mirar
sus manchas multicolores en sus irises de navaja
“Miau” repitió, y yo sólo pensaba “escapa
antes de que sus ojos te enreden y te marquen”.
Pareció que sonreía advirtiendo mi pensamiento,
traspasando el eco del espacio infinito,
pues cruzan los gatos, ágiles, el estrecho laberinto,
caminado entre mundos, sin remordimiento.
Los dominan todos: desde los sueños hasta las pesadillas
donde te encierran en sus bigotes transparentes
y te llevan a lugares donde sólo sobreviven los valientes
guiándote por las sendas oscuras.
El bote y la tripulación de mi sueño
representan mi latente humanidad
el gato esa noche me engatusó,
para ser por siempre...un gato más.