Ella se da golpes de cabeza, de cosas que la inquieta y del dolor que le causa un día duro de trabajo y aunado a unas fuertes discusiones que tuvo con su marido, un hombre machista y desconsiderado que a veces lo compara con el mismo diablo.
Llega a su casa y encuentra una paz anhelada, pues esta se halla sola y decide ingresar rápido a la regadera, para sentir un momento espiritual con el agua tibia, una conexión intensa que recorre cada poro de su piel, este momento es escaso en ella en cualquier día.
Sale envuelta en toallas para el cabello y otra para el cuerpo, dejando ver su cuello, se para frente al espejo, amigo confidente de su fuego.
Empieza a hablar mentalmente de su desdicha en el trabajo y del poco hombre de su marido y decide pegar un grito contra ese malnacido, injuria que le produce placer y piensa desahogarse en las caricias que sus manos, estrellas fugaces recorren su piel, ante este momento hiel.
Deja caer la toalla y coge un poco de miel que unta en sus labios y en algunos lugares de su piel: sus pechos y alrededor de su ombligo. Como testigo de ello esta su espejo amigo, cómplice del derroche de pasión, del deseo que corren por los ojos de constelaciones, de unas delicias hechas en el interior de esta mujer.
Saborea lo dulce del azúcar y son la justificación de su corazón para acariciarse, con sus dedos inmunes al fuego de su excitación, sensación que como droga le hacen olvidar sus penas y se siente satisfecha al sentir tantas ganas de amarse a sí misma y salir de la rutina.
Sus dedos llegan al centro del universo, despertando lo más sublime y las profundidades, que solo un buen amante pudo haber experimentado; su boca deja escapar sonidos que excitarían a cualquiera que los escuche, el mismo sonido que produce la tierra cuando ruge.
Coge la toalla para secar su cuerpo húmedo y haber experimentado el sabor de la masturbación que le hizo sentir como si fuera la mejor canción del universo y preferiría ser una poeta para expresar lo que siente en un verso.
Valiente decide tirar todo por la ventana, afrontar su situación con más ganas, de que la gente sepa de su carácter, que así se quede sola en la casa, con su espejo amigo confidente, testigo mudo, del deseo profundo y del desahogo cuando es acariciada por la luna y el sol hasta llegar al centro de su universo, ¡qué momento tan asombroso!
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Autor: Millón Durango
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