¡Silencio y oscuridad! Está en la 23 avenida, rodeado de grandes árboles o quizás de aquellos monumentos tan majestuosos y descuidados. Ángeles veo yo al entrar, que marcan a disparejas direcciones, ¿hacia dónde me llevarán?
Tu alma está en la opacidad de la naturaleza, aquella campana del Calvario, marca tu silencio. El día ha terminado, el sol se ha ocultado a las espaldas del mar, solo tú puedes ver como aquellos rayos sensitivos alegran sutilmente la escena más noble entre la vida y la muerte.
Tu vida en aquel lugar no sé si es realmente para regocijase en un descanso eterno, tu mente dice que se alejará de la aflicción de las escenas de la vida y la muerte. Es tu alma o tu espíritu, cuál de las dos esencias une tu naturaleza hacia el sendero de la eternidad. Oh, guía mi mente. No quiero perderme en el olvido de tu memoria.
No te veo, no te huelo, no te escucho; te percibo. A veces como un viento frío que presagia el infortunio y estimula el aullido de los perros; otras como un estremecimiento dulce y arrebatador, un brillo, tal vez, que nos recuerda una navidad, pero yo no te conocí, o quizás no te recuerdo. ¿Por qué me buscas?
Me acerqué, y percibí…