Es un pecado mirarte
Te acercas cual perfumista,
derrochando muchos aromas,
describes con tu mirada,
la aventura deseada.
El roce de tus manos
es sobrehumano,
quema la piel,
y el sudor sabe a miel.
Recorriendo la piel
y saciando la sed,
en el frenesí,
de un clímax febril.
Hasta que un día
te vas, para continuar,
amando lo propio
y lo ajeno también.
En la soledad
de mi alcoba,
te espero ansiosa
y tú me devoras.
Y la vida continúa …