Yo se (y siempre supe) que tú no eras libre… y sin embargo te ame
¡Pobre ruiseñor de la jaula!
¡Pobre alma cautiva!
¿Qué no ves que la puerta esta abierta?
Eres espíritu indomable pero tú quizás eso jamás lo sabrás
“Nadie da lo que no tiene”, dice el adagio
Y tú me diste libertad…
Elevaste a mi espíritu a la cúspide del cielo y me esparciste a los cuatro vientos dejándome en libertad
Yo que me aferraba a ti y a tus brazos como lo hace el naufrago al trozo de esperanza
Y en un último beso y con la voz angustiada imploraste que de ti me soltara
No me olvides que lo que es eterno por siempre será, dijiste…
Y fue así que de mi te despediste