Perdón por insistir de esa manera
pues fue tan insistente mi lamada
que respondiste al fin para que fuera
esa insistencia mia abandonada.
Que se puede expresar de tal inciso
tan lejos y tan cerca te sentía
que estaba aquí sintiendo el paraíso
y ya ninguna cosa más veía.
La luz de la mañana amanecía
y el sol para salir pidió permiso
y aquí seguía siendo mediodía:
atardecer aún no tenía permiso.
No podía esquivar esa barrera
que me dejaba el alma aprisionada
y fui feliz, el mundo en bandolera
y fue la vida un haz de luz dorada.
Una amistad así nunca se olvida
nunca se puede huir del sol naciente
nunca se da la rosa por perdida
hasta que el último color no siente.
Así es nuestra amistad, nunca se pierde
a prueba de fracasos y temores,
siempre vuelve a nacer y aunque recuerde
las piedras del camino...siempre hay flores!!