Ante el dulce milagro de la carne
que se hace vida, quisiera yo decirte
que nunca dejaría de quererte,
que no me cansaré, jamás, de bendecirte
Pues me has dado un hijo, a quien adoro
y me has dado amor, sin exigirme
a cambio más que amor; sin permitirme
confesarme vencido o humillarme.
Porque llevas mujer, hoy en tu vientre
un nuevo fruto de mi amor, que en nombre
del insólito proceso de la vida,
es maravilla que aún hace que me asombre.
Porque fundo en tu amor mis alegrías,
porque amarte debía ser mi suerte,
nuestras vidas unir, fue mi destino
y perder tu corazón, sería mi muerte.
Puedes dormir tranquila, que mi brazo
presto se encuentra aún a protegerte
contra toda desdicha, todavía
lo hallarás decidido, rudo y fuerte.
Puedes dormir tranquila, no hay peligro,
acá en mi corazón no cabe más cariño;
Puedes dormir tranquila, que sus puertas
ha cerrado, al entrar, un nuevo niño.
Alt Wander, Mérida, Yucatán, Septiembre de 1980