De mis noches frías, la nieve escarchada
Ahuyentaste tibio, al llegar al alba
Y entre las infamias, que ahí sollozaban
Le diste acomodo, a tu jauta calma
Besaste mi seno, mi frente y mi alma
Y de mis espaldas sacaste las alas
Mientras en mi vientre palomas surcaban
En zureo silente tus cálidas palmas…
Me hicieron sentir, la vida encarnada
Que hacía muchas eras, mi cuerpo deseaba
viniste de lejos, me arropaste el alma
y encontraste en mí, la precisa aldaba
Yo sólo sentí, que tu boca aliada
sacó mi marasmo y roció lavanda
con el beso de Lázaro, tu voz amada:
Lévantate, mujer… ¡Levántate y ama!