No fue el dolor el que me hizo cambiar,
ni la pena,
ni el miedo.
No fueron esos días,
en donde mi única y verdadera amistad,
era la soledad.
No fue el destino,
que trágico,
decidió cambiar en el último momento.
No fue más que el cariño
que descendía de su esencia,
el que sin avisar
agarro mi corazón con avaricia,
dejándome en sus manos.