Crecieron
inseparables
disfrutaban
del correr del día
dos preciosas ninfas
de terciopeladas tez
azabachadas cabelleras
la otra de radiantino oro
toda luz y sonrisas.
Pasó,
el campo dejó de ser campo
el arroyo no ofreció su canto
el arco iris fué gris.
Pesada nebulosa se cernía
ventanas se volvieron ojos,
sombras en las esquinas
indómitas acechaban.
Fué,
imposición inevitable
en sumisa rebelión
Rebeca, partió.
Su nacimiento,
la marcó.
luz teresa maldonado folkerts