Un último intento que podría salvarnos.
Ven, viaja conmigo, compárteme tus sueños, déjame besarte los miedos y explicarle a tu razón, porqué no me quiero ir.
Déjame quererte, cuidarte y ser un motor para tus sueños, no permitas que mi vuelo se adelante mucho, alcánzame en alguna estación y dime que sólo hacías una llamada o que te perdiste en el camino. Sigamos siendo prueba del amor, de la poca cordura y del deseo intenso de compartir la felicidad al lado de alguien.
Me bajaré en esta estación, pero por consecuencia de humanidad poseo el defecto impaciente, y no sé qué hipótesis logre conducirme de nuevo al tren del destino y defina planear mi futuro con la tranquilidad perturbadora y monótona de la soledad.
Dime si vienes, si no, para pagar este café y marcharme.