Cuando el frío queme, hallarás mi mano,
cuando el sol se apague, tendrás mi vela:
aquella que aun débil deja estela
para inundarte en su brillo ufano.
Pues aunque el tiempo aparte, aunque amor duela,
no hay sitio en mí sin tu esencia impregnado.
Permíteme ser poeta alocado
que te escribe en sueños de duermevela.
Así siempre seguiré en tu camino,
andando a tu lado, siempre callado;
cuando creas que te han abandonado,
cuando sea dichoso tu destino.
Pues aunque leves sean mis promesas,
arrastradas sin fuerza por el viento,
firme será mi alma en todo momento
a su hermana que en rimas deja impresa.