Puedo hacer de mi
un caminante exhausto
de la vida
puedo correr y reír
en los ojos silvestres
de la nada.
Puedo recorrer con los pies
los extremos de este Japón
tan capitalino, tan Argentino.
Puedo ser el ojo
de quien mira el infierno
entre tantas luces de ciudad
y ni una sola de provincia.
Pero si me pongo a pensar
doy fe que la página
se escribe con lágrimas de vida
entre sangre, dedos y barrio
en el mismo tiempo
donde juzgamos nuestras propias palabras.