Si en la vida cometí errores
hoy pido perdón,
no fui un gran caballero
tampoco un gran señor.
De niño un audás, chillón y peleador
en el barrio un bochinchero
pelotero, pero un buen inventor.
Mama me daba un regaño, papá sonreía,
con un gesto en los ojos
me entregaba su alegría.
Poco a poco fui ganando
seriedad y simpatía
todos en la cuadra me respetaban
por ser un chico soñador.
Aunque a beses enojón
y un poco alborotado
dentro y fuera de la cancha
siempre un buen supérdotado.