Noche, sueños, prestos lleguen.
La montaña del mediodía
oprime los delirios.
Tenaz soy en la melancolía,
arduo pasajero de lo incierto.
¡Ah, nocturnidad, luna del viento!
¡Galopen, potros de las quimeras,
rauda avanza la alborada!
Será la ilusión una greda,
la cruz de la verdad será calvario.
Ven entusiasmo distante, florece
de nueva vida, desnuda el júbilo
en la verdad del ser
y sean los ensueños y mi rubio
cuerpo puños cerrados de estrellas.
Soy dueño de la ventura.
En mis labios una rosa
se despierta y son ruiseñores
los latidos y son águilas voladoras
mis ojos. ¡Corazón del viento!
Penumbra llega, que mi luz
cruzará cementerios del alma.
No será mi pecho herida solitaria.
La agonía hoy no abarca
el leve circuito de mi risa.
Ven viva gracia, no escapes
en el albor que ya despeña,
mi corazón es una antorcha
que enciende, diligente, la centella
en la noche de mis sentires.