Te pienso, te sueño, te deseo...
Cada que cierro los ojos, me acuerdo
de cómo besan tus labios,
mientras te digo “te quiero”.
De cómo muerden tus dientes mi cuello
de cómo se sienten tus manos en mi cuerpo
de cómo respiramos agitados,
mientras dejamos el mundo caer
ante la pasional intensidad del encuentro.
Ocultos de miradas de prejuicio,
ocultos los sentimientos verdaderos.
Lo único cierto en esas horas,
de ebrio anhelo de mi piel y tu piel,
es la tensión de nuestros movimientos.
De mi ansia febril por tus caricias toscas,
de tu despertar ante mi atrevimiento,
de la callada frustración
que se inflama y no se apaga,
por desearte como te deseo
y seguirte soñando como te sueño.
J.M.