Amar dulcemente tu boca amada.
Amar encendidamente tu amor.
Amar la viva llama del ardor.
Amar estando la sangre incendiada.
Amar amadamente, recostada,
tú, en la otomana de verde color.
Tu pechera de esponjoso fervor
en mi pecho reposará gozada.
Uncidos quedan dos claros amores,
entrelazados por hondo querer
en galanteos de mimosidad,
que barruntan reventar los ardores,
que aman gustosos la luz del arder
sobre hierba de verde verdosidad.
(Salvador)