Enrique del Nilo

DESDE LA VENTANA

 

 

 

Ave María purísima

sin pecado concebida…

el hervor sobre la hornilla

sirve de fondo en off

mientras las rugosas manos

acarician las cuentas de madera

que atadas cual ensarta

acarician su regazo

mientras le ven en silencio

 

Dios te salve María

llena eres de gracia…

son sus mejillas hoy cauces

por donde las lágrimas

van cayendo en el saco del silencio

sus otrora achispadas pupilas

luchan por despejar el camino

de tantos nubarrones

que a través de su gruesos anteojos

adivina en la distancia

 

Padre nuestro, que estás en el cielo…

el sol ha escapado por el alero

atravesando el potrero

y ya ratos que se agazapó

tras las petacas del cerro;

solo las brazas ardiendo

se atreven a lanzar

mustios rayos que hieren

la olorosa oscuridad

que abrazo su escuálida figura

a la cual también sostiene

un muy planchado delantal

 

¡Oj Jesús mío!

perdona nuestros pecados…

sobre el pulcro delantal

la noche no logra diferenciar

donde termina la mano

donde empieza la ansiedad;

solo mueve los labios

como en cadencioso besar

y sus dedos tallando cuentas

ardua tarea sin descansar

la penumbra se asoma

a contemplarla

y se acomoda a su par

 

¡Gloria al Padre, Gloria al Hijo!…

incapaz de medir tiempos

recuerda cuando se fuera el padre

montado en aquel alazán

iba con rumbo al pueblo

alegrías a festejar…

dolor le trajeron envuelto

en un mal clavado cajón

y por amor a él y a su hijo

en silencio le enterró…

¡pero pareciera no ha muerto!

cuando por la vereda

ve cada mañana montar

ese fruto que le dejara

¿Es su esposo, o es su hijo?

nunca vio nada tan igual

de su brazo entra a catedral,

va al mercado, y hasta a la plaza

la lleva por las tardes

el fresco a tomar

 

Bajo tu protección nos acogemos

santa madre de Dios…

Se apagaron los tizones

los ahogó la oscuridad

pero sobrevive el siseo

de sus labios al rezar;

las estrellas van pasando

y al sumergirse en la corriente

que desde sus ojos se desprende

chapotean y se van volando

prometiendo regresar

para traerle noticias

y decirle donde está

 

Dios Todopoderoso

ten piedad de nosotros...

La luz va ganando la refriega

a la penumbra que se repliega

y cuando el sol se planta

con toda su gloria

frente a la pulcra ventana

se cuela por sus cristales

y los humedecidos anteojos

que con dificultad retienen

la mirada extendida hacia la eternidad