Esas palabras de amor nunca oídas
en lo profundo del alma que duerme,
quiero escuchar de ternuras ignotas
donde unos labios suspiren temblando.
En el crepúsculo sueño de idilio
yo la amaré como se ama a una diosa,
dando sentido a mi vida que espera
en los caminos soñando a la musa.
Por ella alcanza mi ser un destino
es su cariño una magia de anhelos,
y bailaré de alegría en la aurora
en la cascada del agua que danza.
Es un refugio de paz a mi esencia
el cielo azul que reflejan las aves,
rayos de sol que amanecen cantando
junto a las rosas que adornan el día.
Me quedo absorto en sus grandes pupilas
son melodías que sacan suspiros
y que se van con el viento envolvente,
mi corazón las recibe con gozo.
Lupercio de Providencia