Lo recuerdo como si fuese ayer, al soguero
de mi pueblo, era un hombre grueso
siempre sentado en una gran piedra
en la puerta de su pequeño taller
siempre lleno de sogas de distinto
gruesór y tamaños y apéros para burros
y mulas, decía que se sentaba en la piedra
cada día, lloviera o tronára, sobre todo
para hacer sogas largas, ya que necesitaba
mucho espacio, tenia su máquina de trenzar
cuerdas dándole a una manivela, que le
ahorraba esfuérzo, a la vez añadia con la mano
las cuerdas que iban alimentando la soga
casi siempre eran de pita, planta de países áridos
aunque en España hay mucha, sin ir mas lejos
en el corral de mi abuela, crecían salvajes
sin regarlas, pero se criaban lustrosas
el caso es que el soguero al final de la soga tenía
puesto un cajón de madera, con unas piedras
para que las sogas se fuesen tensándo según
el daba vueltas a la trenzadóra, maravilloso
ingenio, ¡ A hacer sogas ! ...La soga, o cuerda
servia para todo, desde sacar agua del pozo
hasta cabréstos, para los animales,así
como los pocéros que las usaban para el torno
que senvía, para subir la tierra que se sacaba
ya hablaremos otro día de ellos, oficio peligroso
tambíen solían hacer los soguéros, jáquimas
para los burros y mulas, y angarillas y serones
para transportar los productos del campo
para escalar, no se escalaba mucho entonces
si acaso alguno hasta el balcón de su novia
era un arte, poco recordado, en nuestros tiempos
yo no lo he olvidado ni lo olvidaré nunca...
¡ Ay que ver lo que dá de si una soga !...