Abrazo la inmensidad
escuchando
tu suave y cálida voz,
ilumino sueños,
vagando y estropeando
la realidad absurda
con el dulce delirio
de enredar mí deseos
en las ganas que suscitan
los cuerpos
cuando dos almas se amarran
en el mismo anhelo,
incierto pero profundo,
angustiante y placentero,
altruista en los sentimientos
que despiertan a las mañanas
con la ilusión permanente
de en mis brazos tenerte,
de tus labios ser esclavo,
de tu piel amo,
imponiendo castigo de besos
abundantes besos…
besos que atormentan la piel,
que arrojan a un abismo de pasión
donde suenan sinfonías de gemidos.
y entre tanta turbulencia
se descubre la estupenda calma
en el grito de las silenciosas miradas.