Ardiente fuego recorría cada vena de mi cuerpo cuando ambos labios rozaban. Su piel contra la mía, cada silencio invicto abrazándonos. Rodeados de oscuridad, centímentros acumulando nuestros deseos. Besos escondidos; sólo suspiros, piel contra piel. Su tacto, su rostro. Él. El sudor, la atracción, lo inesperado. Sólo una noche. Rogándonos la existencia entre silencios recíprocos, entre insultos cobardes ardientes de amor. Yo le decía \"te odio\", pero cuando destapabas las comillas, un \"te necesito\" se revelaba.
Sólo necesitaba tener sus labios a milímetros de los míos, nuestras comisuras enlazadas, ojos soñando y cuerpos palpitantes. El calor recorría cada una de nuestras risas, y la tensión, insinuante, quiso sentarse a ver el espectáculo; dos desconocidos en contacto, pieles burlonas, labios rozándose, besos ausentes.
Esa noche, entre sus brazos, sentí que el mundo ya no existía. Un juego apoderándose de nuestras sonrisas.
Cuando la luna y la capa fina de estrellas hubo marchado, y el sol salió, volvimos a ser dos desconocidos amantes de los besos.
Él olvidó mi rostro, la noche, las caricias, los retratos...mientras yo, ardiente de deseo, intentaba olvidarlo. Atracción física temiendo a la vida. Sólo fue una noche, pero para mí valió el entero día. Sólo fue una noche culpable de valentía, que yo para siempre recordaría y él para siempre enterraría en sus recuerdos olvidados.
Una más.
Sólo una noche.
Dos cuerpos fusionados entre los susurros del insomnio.
Entre la penumbra.
Para él nuestros cuerpos solo fueron una sola noche,. Para mí, mil y una, junto mil amaneceres más. AMS.