Su hermosura es ascendente
constante enredadera creciendo
formando emparrado de frescor,
rumor de besos tiernos
recorriendo lentamente
noches de verano tranquilas.
Le sentí llegar con amor en sus ojos,
y esa dulce quietud arrebatadora
escuchaba su voz
en esos campos de flores
sembrados en su boca
delicioso manjar
que nos comíamos con los ojos.
He perseguido aquellos versos
donde me escribías
con la mansedumbre
de un campo de olivos en flor
reluciendo sus hojas azuladas
al sol de mediodía.
Sigo caminándo
con la lentitud de las áspas
del molino de viento
escuchándo su grito callado de años
acompañándo al viento,
y espero tu llegada a mí,
a la casa que me habita
con calor de hogar
y lámparas, ríos,
volcanes en constante ebullición...
Ese día he de explicarte como cierra el sol
sus ojos despacio desde mi ventanal
amplio y ventilado
y como los abrazos quieren
rimar con la pasión y el deséo.
Te llevaré de la mano en silencio
hasta el pico del Águila,
ya pasados los campos de amapolas
que teñian la tierra roja
de un rojo encendido pasión
através del serpenteánte sendero.
Nos conduciremos al arroyo secreto
de aguas lentas y claras
hilo fresco entre la hierba
que nace libre sin contaminar
regada con dulzura de lágrimas
y latidos de corazón.
En su espejo de claridad dejaré
reflejados mil versos de amor
para tí,
se irán corriente abajo
a unirse al murmullo dulce de siglos
deshaciéndose en pedazos de ternura
para despertar de nuevo al alma cada mañana.
16-7-2017