Aún recuerdo aquella vez de tu llegada. Tu sonrisa, tu carita y tu mirada, tus pupilas penetrantes en mi alma; fue el destello de una explosión exorbitada de un vigoroso esplendor de luz. Tan radiante como el sol en el amanecer o como una enorme luna llena en una hermosa sabana sombría de pastos verdes. O como la llegada de un nuevo ser a este bello y complicado mundo, así fue tu llegada en mi vida; hermosa mujer.
Conocerte fue y ha sido mi gran suerte en esta vida, de alegrías, de tristezas pero siempre bendecida; de tormentas, días grises pero siempre aguerrida. Tolerante y bondadosa como tu mujer bonita. No hay distancia ni barreras que interpongan al destino, porque cuando dos seres se cruzan ya eso estaba en libro.
Ese libro tan bonito que hoy llamamos ¨VIDA¨ tan bonito como el nombre que lleva la persona que me inspira a escribir estas palabras con el toque emotivo de un recuerdo de los días o quizás recuerdos perdidos, pero digo y reitero lo que siempre considero fue mi suerte, mi gran suerte conocerte en ese día.
Conocerte fue mi suerte y el verte una gran dicha, que mis ojos deleitaran una gran escultura divina. El destino fue certero y tú en mi vida, un radiante lucero el más grande y luminoso; ese que me acompaña y guía.
HENRY RUIZ
15 DE julio de 2017