Dejar todo el dolor en unos cuántos trozos de palabras.
Que la herida es tan grave, si ya casi no respiro.
Si el mundo es tan pequeño, en mis últimos minutos se ha vuelto casi nada.
Y brotan los recuerdos, entre lo obligado a olvidar que hoy ya no quiero.
Mi vela invisible se va apagando, ella tan terca, como si no doliera, como si quisiera seguir quemándome a pesar del dolor que los días han iluminado.
Que se apodera el temor, ese miedo egoísta que solamente puedo encontrarlo en mi piel con una lupa.
Y poco a poco me voy de viaje, el que he atrasado con mentiras del tiempo.
Sé que ya no regresaré por que la madurez de este dolor, me tiene en el limbo sin poder decir adiós; aquí sigo.