Árbol que con sol rejuvenecías,
pintando con flores tus secas ramas,
y cobijabas al día con sombras,
como tu voz cobija mis poesías.
Pronto a tu piel llego la primavera,
y rejuvenece tu rostro viejo,
ahora ya pende de ti el fruto,
y yo; sigo, muriéndome en la espera.
Muchas veces pose bajo tu sombra,
las mismas veces que tú perfume
visitó mi olfato y me hizo inmune
a los pasos de la vida en penumbra.
Sintiendo que no pasarán en vano
los años, pues mientras que floreces,
el tiempo cobra la vida con creces,
y lo refleja en mi cabello cano.
Te recuerdo cuando era niño amigo,
y tú piel agrietada eras anciano,
hoy veo todavía creces al cielo,
y yo; nunca, envejeceré contigo.
Mas a los dos nos matan los otoños,
pero en tus ramas crecen nuevas hojas,
mas en mi copa solo vuelan canas
y en ti vuela; perfume de tus retoños.