Dulce CastaƱeda

Nuevamente

¡Adivina qué, mi amigo poeta!

tengo - nuevamente - roto

el corazón y lo sé bien porque 

siento un volcán en la garganta.  


Al evaporarse el humo que

acompaña la lava salen

mis lágrimas cual manantial,  

que a pesar de ser precioso,

es espeso y me tortura de

poco en poco.  

 

Tengo herido el corazón y

lo adoro, adoro el dolor que 

provoca la sangre hirviendo 

mientras recorre mi cuerpo,

me hace recordar que aún vivo

y no muero, lloro, y en cada

pausa respiro porque sino

me ahogo.


Mi corazón está hecho

trizas por haber querido más

allá de lo adecuado. Tengo

herido el corazón por no

ser amado.

 

Podría contar con mayor

facilidad los pedazos de mi

corazón roto que las veces

que lo han aplastado,

desecho y abandonado.


Si lo analizas con calma

es bastante razonable

tomando en cuenta que

siempre que se nos cae,

dejamos piezas pequeñas

esparcidas en el suelo

porque no las vemos.

 

Tengo tan machacado el

corazón que parece cenizas, 

solo me queda tomarlo, 

comprimirlo y después

 cultivarlo.

 

Necesito cuidarlo un

invierno para que se haga

duro pero igual de frágil

que el cristal; protegerlo

una primavera para evitar

que sea devorado por los

gusanos o se ablande 

demasiado con el calor 

del sol y casi todo un verano

para hablarle de amor. 

 

Cuando al fin llegue

otoño y palpite por vez

primera será indicativo de

que puedo - nuevamente -

regalarlo.