J.R.Infante

Que no se pierda esa flor

Que no se pierda esa flor,

que no llegue nunca el estío.

 

Dios, como me tiembla el cuerpo

y se me enrojecen los ojos.

                  Me comería a besos su

piel,

y sorbería uno a uno sus

gráciles dientecillos.

 

Que no se pierda esa flor,

que no llegue nunca el estío.

 

Siete primaveras, Dios de los cielos,

siete GRITOS quiero dar

           conteniéndome furioso.

¡Oh bella blancura! ¡Oh marchita amapola!

Conservarte quisiera, amor mío,

en cristalera eterizada.

 

Que no se pierda esa flor,

que no llegue nunca el estío.

 

Fui torpe quitapolvo

que ahogó en lágrimas

tu lechada prominencia.

Un apunte

un mínimo apunte fugaz

y en papel semiarrugado

trazaste virginales letras que

han obstruido mi garganta.

 

Que no se pierda esa flor,

que no llegue nunca el estío.

 

Díos, Díos y Díos,

no apartes jamás la gota

que hace posible el arcoiris.

Que el calor de esa almohada

permanezca siempre incólume

aunque nieven tormentas de años.

Que tu nombre sea el frescor

y yo la hoja

reseca que cada mañana

te mira.

 

Que no se pierda esa flor.

que no llegue nunca el estío.

 

¡Oh grandioso bigotudo,

rey con siglos a cuestas!.

El corazón tengo atravesado

por una ventusa margarita que

arrancó agua salada de mis

acristaladas pupilas.

            Si tesoros hay en

el mundo, ninguno

ostenta la grandeza

de la mente filantrópica

de esa luz de primavera.

 

Que no se pierda esa flor,

que nunca llegue el estío.