Dos bosques tupidos enriquecen la belleza;
en sus profundidades emergen dos lunas sagradas llenas de luz,
me baño en ellas, y pido para que permanezcan;
el bosque las protege.
Yo en cambio beso al espeso bosque, perdiéndome en él;
en días grises encendemos pequeñas fogatas y al calor de su luz tertuliamos,
el fuego nos embriaga, nos alegra, nos hace uno;
y yo incansablemente me pierdo una y otra vez en su espesura.