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UNA AMNISTÍA DEPRECO

 

 

UNA AMNISTÍA DEPRECO

 

¿Y quién querría hacernos daños, si no se lo permitimos?

podría incluso arrojarse, con lava igual que un volcán,

vomitando por su boca, palabras propias de un truhán:

¡pasar podremos incólumes, el gran valor aprendimos!

 

En cuanto a mí me compete, les dejo abiertas las puertas,

de nada sirve ignorarlos, tampoco habré de informarles

ante la administración, deseo comunicarles:

¡tendrán dispuesto mi espacio, no quiero inocuas reyertas!

 

Si algún alivio aquí encuentran, teniendo de oque terapia,

jamás presento reparos, debéis curaros ya mismo

de amargura y frustración, y no es que sea ascetismo:

¡me empujan nobles razones, lo heredo de mi prosapia!

 

Aspiro a ser buen poeta, me sirven como lección,

y sé que debo aprender, la humildad cuán gran virtud,

así tendremos los bardos, en letras buena salud:

¡y quien predique principios, lleve limpio el corazón!

 

Jamás se marcha el que gana, si en franca lid conquistó,

aquellas reglas que rigen, cuidar le obligan su casa,

estar atento es preciso, de todo aquello que pasa:

¡su propio fuero en justicia, de gloria lo coronó!

 

Tampoco habrá derrotados, las letras niegan cabida

si somos una familia, muy lejos márchate guerra,

la paz queremos por fin, que reine amor en la tierra:

¡abrimos paso con versos, en toda forma a la vida!

 

Si aquí se puede emplear, el término yo lo invoco,

a ti apreciado Julián, una amnistía depreco,

volver permítele a todos, a fin que llenen el hueco:

¡dejado en este portal, de musas y hasta barroco!

 

Por cuenta propia eligieron, del foro hacer mutis pleno,

respeto tal decisión, tomar algunos quisieron,

no es acto de cobardía, mejor a un lado se hicieron:

¡en este espacio importante, la democracia no es freno!

 

 

JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES

Condorandino.