He visto temblar el alma
Y la muerte sonreír
cuando me dejo vivir
aquella mañana en calma.
Conozco el dolor inmenso
que nace de las entrañas
también de yerbas extrañas
Y de místicos inciensos.
Se del poder de los besos
Y del abrazo sincero,
del amigo verdadero
Y del amargo desprecio.
Nunca busco en el reverso
viejas notas olvidadas
lo valioso va en el alma
grabado con sangre y fuego.
Añoro el sol en las tardes,
su luz en la despedida
dejando abierta herida
que se desangra en las agua.
Vendrán días de alegría
de magnifico esplendor,
sin explicarte el por qué
me recordaras amor.
Anoche dormí a tu lado.
Y temblé de puro gozo
anoche soñé tu abrazo
cálido, dulce, amoroso.
No soy flor de solo un día,
soy arbusto que perdura
que sobre la costa dura
sus raíces profundiza.