Yo pertenezco a aquella generación
de escribanos que creían en el poder
seductor de la palabra escrita, En sus
rasgos se reflejaba la ilusión puesta,
para abrir el corazón de la amada,
y a veces la carta conseguía derribar
la más alta muralla, yo al papel parlante
le debo más de un irrepetíble instante y
la realidad si me apuras es que nada
hubiera sido posible sin aquella ya antigua y
añorada escritura.