Cuando cae la noche,
y su manto negro cubre las figuras,
surgen los recuerdos
que gimen y lloran —dantescas creaturas—
Cuando no hay sonidos,
y el estruendo mudo del silencio ayuda,
surgen los recuerdos,
y surge el dolor y surge la duda.
Fantasmas dolientes
que van arrastrando pesadas cadenas,
surgen los recuerdos
que nos aherrojan amargas condenas.
Y son los recuerdos
–que como puñales el alma torturan—
tinieblas que aterran,
que mil sufrimientos terribles procuran.
Cuando cae la noche,
Surgen los recuerdos.
Cuando no hay sonidos,
Surgen los recuerdos.
Fantasmas dolientes,
Surgen los recuerdos.
Y son los recuerdos
tinieblas que aterran.
Y su manto negro cubre las figuras
que gimen y lloran —dantescas creaturas—
Y el estruendo mudo del silencio ayuda,
y surge el dolor, y surge la duda,
que van arrastrando pesadas cadenas,
que nos aherrojan amargas condenas,
que como puñales el alma torturan,
que mil sufrimientos terribles procuran.
Cuando cae la noche,
cómplice inconsciente del amor humano,
recuerdo tus besos,
mi pluma enmudece y tiembla mi mano.
Cuando no hay sonidos,
escucho tu risa fundirse a la mía,
escucho tu canto,
y siento tus labios en mi boca fría.
Cuando cae la noche,
preso en la mazmorra de mis pensamientos,
me abruma el recuerdo
purgando la pena de mis sufrimientos.
Cuando cae la noche,
recuerdo tus besos.
Cuando no hay sonidos,
escucho tu canto.
Cuando cae la noche,
me abruma el recuerdo.
Cómplice inconsciente del amor humano
mi pluma enmudece, y tiembla mi mano,
escucho tu risa fundirse a la mía
y siento tus labios en mi boca fría
preso en la mazmorra de mis pensamientos
purgando la pena de mis sufrimientos.
Alt Wander, Mérida, Yucatán, Septiembre de 1980