Hay un espacio extendido bajo el tiempo
petrificado, sin firmamento y sin sol,
una estrella sin rostro y sin memoria,
de cabellera alzada al viento del adiós.
Hay un apu que cavila en su montaña,
olvidado , sin ofrenda y sin deidad,
preso de una ausencia que resbala,
roca negra que se agrieta en soledad.
Hay un campo devastado por el viento,
de semillas grises abrazadas al terrón,
un sendero frio de pisadas obsoletas,
un beso herido, una flora sin verdor.
Hay un cuento emergente en la guitarra
mil acordes que no llegan a canción,
un silencio estrepitoso entre sus cuerdas
un sollozo que se aferra a su bordón.