Santiago Miranda

La indiferencia


(a los que miran desde el cristal
herido, la perspectiva más dolida)

 

He aprendido a no esperar nada de nada
he aprendido que no hay espera que valga
Incluso el no considerar la vivencia deprimida
de la tristeza el no responder el eco que puja la caída
de su llamada el ser indiferente hacia el morir o el acabar
con la vida renegar el sentido e incluso lo evidente.
He aprendido a soñar y a vivir en el sueño. he aprendido
el olvido es el fundamento del recuerdo, que el soñar sana
y el despertar es la herida, necesaria, el ser va labrado por el
cincel del sufrimiento en su mármol más puro, en su idea plena
Que no vale la pena la preocupación del mañana que tan pronto llega
Así he despreciado también mi pena, tanto que la invito a convivir
conmigo, pero jamás con el sol he sido indolente, con su amor de invierno
frente a la muerte he sido agradecido, pero por áridos veranos ya traiciono
el compromiso y ni la inquietante noche ni adversas situaciones
han podido conmigo. Que ya no me importa ser pozo o estrella
Entrar al reino divino o hundirme en el camino.