Cada vez que te veo
es perder la conciencia un segundo,
es lanzarme de cabeza
al pozo de sensaciones que descansa en ti,
la convulsión de mis paréntesis,
la coma que precede a lo incierto,
la tilde en la alevosía
de la hipnosis que produce tu mirada,
la razón de la sinrazón que a mi razón se hace,
la línea torcida en que resbalan mis palabras...
Y yo adicto,
como si no hubiera otro vicio,
te veo y te veo,
en el espejo te veo,
en las horas, en la luna,
en el vacío...
y mi voluntad trémula, flaca,
dejándote posarte en mis pupilas,
y mis pupilas dichosas, completas,
no hacen más que mirar y mirar...