Mi alma arrojada
como ave sin nido,
un libro negro
de letras enfermas,
gotas en la frente,
ya no respiro.
Voces resucitan del otro lado,
ahí,
detrás de las luces: la Vieja,
veo a la enfermera,
a esa Vieja ,
tengo miedo,
la aguja,
los recuerdos.
Los caídos,
tocan la ventana,
me oculto en el baño,
miro el espejo,
pero,
¿qué es eso?,
¡no,
eso no es mi cara!,
dos gotas de sangre,
las manos muertas.