“¿Será que ya dejé de sentir amor?
“¿Será que estoy encarnando el Yo de antes; al cual no le importaba un pepino un beso, sentimiento o dolor?
“¿Será que he cambiado?
“¿Será que me han hecho un trasplante de cerebro? Porque a la verdad, estoy actuando por designios.
“¿Será que ya no siento?
“El más triste pesar, es el de dejarte marchar. Dije: Será lo mejor. Mis demonios me alentaban a engañarte, a engañarme, a engañarlos.
“¿Será que he vuelto a vivir?
“¿Será que he muerto?
“Dado que, si no son ni uno ni otro: ¿cómo viviré sin tener ese medicamento que me hace estar quieto?
“No quiero seguir haciendo esto.
“¿Será que... me he matado a mí mismo?”.