Cuando nazca este niño,
no traigan escarpines.
Lo inmediato traigan:
el sorbo blanco de su madre.
Al morir este hombre,
ni crisantemos ni jazmines.
De su hijo urge:
la ola desbordada de los ojos.
Y si recuerdan a este muerto,
entre escombros de silencios.
Bajo las alas del tiempo…
el soplo tibio del olvido.