El mundo podrá perder su historia, pero jamás su memoria.
Podrán derribarse los muros; cambiará la tecnología, los juegos, las sonrisas y hasta el amor.
¿Quiénes somos para dejar perder lo más valioso de la vida?
Niños deambulando en las calles, viejos hombres agotados por el arduo trabajo de su juventud y olvidados por sus hijos.
¿A dónde están aquellos que entregaste tu alma y tus energías para que nunca les faltará el sustento diario?
Las calles son testigos de hombres y mujeres que han perdido sus fuerzas fisícas pero nunca su fuerza interior.
Su abrigo son cartones y sábanas rotas que los cobija del frío y la lluvia.
¿A dónde está su familia y aquellos que alguna vez de entregaste?
No les olvides, no les niegues tu amor, porque a pesar de todo tienes quien te ame y nadie podrá borrar la sangre que los une.
Iris Ivette Campos
20-07-2017