Nunca dejes que te ignoren
cuál es tu sangre y raza maldita,
ni prohíban tus pieles
ni oculten sus colores,
gama preciosa de otoño
ofrecida al sol de abril.
Que jamás, siquiera puedan, ignorar
ese grito herido de tierra
que tu garganta insumisa
a los cuatro vientos suelta.
Y recorre montañas,
abraza selvas,
ara los valles,
siembra la tierra
de rebeldía, esperanza y justicia.
Sus ecos son sueños nutrientes,
gérmenes de una Patria nueva.
Tu grito es canto divino
que sacude todas las piedras,
vibra el corazón de la tierra,
florece todas las flores,
fecunda todos los pájaros
y trae consigo primavera.
Nunca dejes que te ignoren
ese grito herido de Patria
que recorre esta tierra herida,
se refugia en mi sangre
y en mis venas cobra vida,
enciende fuegos y anhelos
y con todos los colores,
tiñe nuestros cielos.