Apacible amaneció hoy
este inmenso desierto líquido,
apacible después de la tormenta,
tempestad que en la noche
sacudió de frío mordaz
y adrenalina mi cuerpo, mi alma;
el sol indiferente a todo
asesina las tinieblas heladas
que mi mente imagina,
calor que evapora
lágrimas que inútilmente
desean ser libres,
la brisa refresca
con susurros mi tristeza,
niña cruel y caprichosa,
mujer amante del silencio
que reina en mi vida de viajero,
tripulación de fantasmas
que son solo lastre;
niño lleno de ilusiones,
sueños y fantasías verdaderas,
promesas de tu alma,
promesas dichas,
promesas incumplidas,
promesas olvidadas,
sarcófago de tesoros inservibles;
desde el timón me observo
correr, esconderme, garabatear
sobre la madera rustica de este galeón
corazones tribales, calaveras y diablitos;
querubín azul, inocente del dolor,
inocente del amor profundo,
abrazándote en mi imaginación furtiva
absorbes mis penas, mis pesares,
y en mis brazos acurrucado duermes
mientras la tarde lo hace también,
llega la noche nuevamente
y con ella una tormenta,
una tempestad más,
llego el momento
de reposarte en mi camarote,
llego el instante de defender la vida
con muchas expectativas, interrogantes
y sin una certeza de vida corporal
sobre el tiempo en un destino
en el cual no erijo.