Mujer, océano sereno de mis noches
selva virgen, ríos húmedos, colinas blancas
quiebras el pecado en lo suave de tus muslos
bendiciendo mi lascivia en la madrugada.
Fui la honda que lanzo la primera piedra
desvaneciendo la sagrada metáfora
yo, el pecador consuetudinario, el sátiro impío
que sobrevivió a tu incólume aura..
Mujer, seguiré quebrantando esa muralla
intentando beber el néctar de tu pecho,
para perderme en tu piel ávida y firme,
en tu voz agitada, en tus espacios muertos.
Ya no seré oscuridad, me ato a tu níveo faro
que guía mi sed, y aclara sin piedad mi alma,
persistiré sin miedo en el manantial de tu pureza
en donde mis causes se amansan, cuando tu infinito estalla...
UN POETA LÍRICO
Arturo Gil
20/07/2017