Vagan por la ciudad
los barcos de la niebla
ululan entre la lluvia de septiembre
y el escalofrío de los amantes.
Viajan con la sorpresa de ser vistos.
En la ciudad amaran navíos
de todos los puertos
y las muchachas se marchitan
esperando a marineros espectrales.
Mujeres de la tierra esperanzadas
en el genovés que navega
en la caravana de galeones
musitan antiquísimas plegarias.
Pobre la que no ve los barcos
avecita rara que fecunda ovejas
y recibe las tardes con benevolencia.
Las poetisas asombran
con la costumbre del acecho.
Salvajes las poetisas
distribuyen volantes de zozobras
son ángeles trágicos del pueblo.
Ellas tripularán los barcos que pasan
hasta el dique de la memoria.
del cuaderno Sustos de Muchacha, Ediciones Matanzas, Cuba, 1988.
“Con ese algo trágico e inmaterial que hemos perdido en las ofensas del siglo”,
con una respiración muy propia, este cuaderno, testigo de su tiempo, centelleante
de nostalgia y coraje, irrumpe en la poesía cubana. Su discurso, a veces sobresaltado,
siempre lúcido, nos agarra y conmueve como lo que aspira al infinito
pero sin desasirse de la tierra. Carilda Oliver Labra.