Santiago Miranda

Tiempo

Somos aquella sustancia que corre dispareja

Somos el segundo que atraviesa

tarde los recodos

somos                       el disparo

de los relojes al moribundo espacio

en los lechos de placer ya pasado

hacia su ataúd silente sin dejar alguna

huella en el tropel perpetuo del vértigo

que ha intentado ya de sincronizarnos

en el aquí y ahora tan desajustados al mismo

tiempo, la norma encarnando

impuntualidades –y eso está muy bien

¿sabes?-

         Tras cada segundo, un nuevo instante florece

         Un mar de puertas abiertas donde convergen

         Con toda furia las posibilidades cayéndonos desde

         Lo alto como flechas, tras cada segundo, un ataque

                               Más para lograr acabar en el infinito

                               Tras cada segundo, algo más

de un segundo pasa por el tiempo

herido por la mirada absorta de poco

vivos que no registran Las pupilas ni los vellos

                             -una macroeternidad de moléculas

                              todo una centuria para las moscas-

erizados por trastornos de climas que mutan

como el tiempo mismo cuando ha sido despojado

del metálico ropaje envuelto de hojas impresas

         Tras cada segundo un segundo

         Menos para seguir viviendo y una

         Eternidad que se difumina en este

Momento                              que se pierde

                    Somos tiempo

Así así así derrochado entre la arena entrado

ya al combate diario lanzado al espectáculo

en las calles, Sedientas de ironías, es la arena

del reloj que cae

Como las hojas de otoño tarde en esta primavera

como luna indagando tras la marea el batir de astros

como el paisaje en el cincel capturado y las pinturas

tornándose color roca por la madera / Somos

 

                                                                        II

   el tiempo que hemos pagado

Para poder vivir algún entretiempo

Cercano Ya libres de todo contrato

ya dado el permiso heterónomo, Antes

de volver al trabajo a perderlo

    / para luego justificar la necesidad

                             De encontrarlo/

Lo sabemos. Siempre lo hemos sabido

Estamos desperdiciando el tiempo, nuestro

-como si fuera ilimitado como si fuera digno de dinero

es que el capital corrompe los valores e ideales

Fuera del mercado, pareciera no haber nada

Excepto tiempo- el marco de todo deber remunerado-

Y no aprendemos nada de su paso

¿Acaso este es el infierno del mismo tiempo?

Relojes en cada esquina

      En cada muñeca

            En cada bolsillo.

                                                  III

 

El tiempo sigue corriendo

La manecilla y su movimiento implacable

Decapitando ensoñaciones

Y Nuestra quietud / Nuestra aterradora sorpresa

Nuestro cuerpo lento intenta despegarse del tiempo

Si solo pudiéramos…

                                        Aun así.

El tiempo sigue corriendo

Mientras sigues leyendo esto

Mientras no sigas haciendo nada

¿Alguien pudiera por favor detener esta diabólica máquina?

Necesito un tiempo, corto un espacio

Con la navaja inquieta                            de la angustia

Necesito respirar un poco Y volver al tiempo

Con un plan creado, ya apresto para dar la partida

Para no seguir perdiendo, en este juego el tiempo

Dentro mi corto, corto tiempo, se acaba luego

Dentro de algunos respiros o quien sabe 50 años.