Reverdece el paisaje al son de la fuente,
que consciente a la luna y su luz tenue
y mi alma entre la niebla se diluye inocente
en la oscura floresta en danza minué.
Reverdece mi alma como parte del paisaje,
a modo de la fontana, que llora cristalina
y mi mente suicida prepara el brebaje,
para la última danza en la natura verdina.
El jején hastiado de la oscura melena
de la noche que puebla con manto de desgarre
y la fiesta plateada que la niebla serena
pareciese una ronda de Sabbat y Aquelarre.
Y con palabras de hereje bajo la fronda
mi demencia se pierde en vanos clamores
y al final solo las églogas de la noche blonda,
se quedan haciendo de mi alma abluciones.