Me bastó un segundo para quererlo, para soñarlo y para querer todo con usted, siempre.
Me faltó tiempo para enamorarlo, para convertirme en una necesidad para usted y para hacer de nosotros una evidencia del amor; no logré irrumpir en sus razonamientos y no pude sanarle las heridas que le ha hecho la razón.
Me voy, si así lo quiere; ya van muchas despedidas sutiles, pero, lo único que quiero es recordarle que me quiero quedar a su lado, pero si no se puede, viajaré, al segundo siguiente, echándolo de menos y posponiendo nuestro amor.
Me encantaría verlo, de verdad, y hacerle saber al menos por última vez que usted es lo que siempre he querido para mí, que pueden venir mil, y yo lo seguiría elijiendo a usted.