Cuando no es tu mente la que echa de menos,
si no que es tu cuerpo el que extraña
esas caricias que aún siente,
pero que se van desvaneciendo poco a poco
con el paso del tiempo
y te suplica que no desaparezcan.
Porque tiene miedo a olvidar
esa sensación tan anhelada
y ya casi desaparecida.